A fines del año 1972 se funda el SUTEP en el Cusco, habiendo salido como Secretario General Horacio Zeballos Gamez, un docente nacido en Moquegua, político, de gran verbo y capacidad intelectual. En los inicios de ese año ya se hablaba del SUTEP en todo Lima y ya se habían formado los primeros cuadros de sindicalistas en muchos centros educativos. Trabajando en el Km. 12 - Comas en el C.E. 3062, me eligieron Secretario General de esa base, denominado así al Colegio donde uno laboraba. Pero a nivel de todo el Sector Doce que comprendían los distritos de Independencia, Comas y Carabayllo salí elegido Secretario de Deportes, Recreación y Cultura. De tal forma que a manera de propagandizar el Sindicato me encargaron la organización de campeonatos de Voleibol para profesoras y Fulbito para maestros. Que manera de tener éxito los eventos deportivos.
Se llevaban a cabo los sábados en las mañanas y la cantidad de maestros que asistían eran fabulosos. Escogimos el colegio de Estados Unidos, luego el Israel, el Carlos Wiesse, el Independencia, el Colegio del Morro en Independencia y era toda una fiesta deportiva porque asistían a observar los colegas de sus centros, hasta los directores de los planteles asistían. Tenía en mi comité directivo a colegas de gran capacidad de trabajo que me ayudaron mucho. Uno de ellos era el gran Arnulfo Medina Cruces, posteriormente tres veces Alcalde de Comas. Gran condición técnica mostraban los profesores y las maestras de igual manera. Todos éramos jóvenes. Se lucían los profesores de educación física y los jugadores de fútbol que actuaban en Ligas o en el fútbol profesional como Tadeo Risco, Adrián Bernal, Roberto Angulo y otros que eran de barrios que jugaban bien.
Mientras organizaba exitosamente estos eventos, durante la semana llevaba la Educación Inicial en el YMCA del Rímac, por la tarde en el Colegio Estatal y en los meses de verano era Salvavidas del Club Alemán. Aún no había nacido ninguno de mis hijos y tenía una ilusión tremenda por todo lo que pudiese venirme en el futuro. Los colegas encargados de la promoción cumplían con su faena de entregar documentos, comunicados o “mosquitos”, retirándonos pasados las dos de la tarde. Con Horacio Zeballos tuvimos acercamiento y una amistad no cercana, pero lo suficiente como para que en algunas oportunidades lo hiciésemos brindando un trago de por medio. Era un docente más, común y corriente. Nada hacía presagiar que seis años después lo eligiesen Presidente del Comité de Lucha del Magisterio a nivel Nacional (sobre todo en la gloriosa Huelga Nacional Indefinida de 1979).
En las reuniones que solíamos tener en el Jardín Botánico que quedaba en la Facultad de Medicina de San Fernando de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos lo viésemos distinto, como un salvador, casi con un áurea que lo rodeaba y dueño de un liderazgo que mantenía a los profesores que asistíamos a los informes completamente interesados en todo lo que decía. Gran tipo, lamentablemente murió siendo congresista. Realmente fue muy poco lo que consiguió para el magisterio nacional en materia económica, pero si le dio al maestro la propiedad y el respeto que debía tener sobre todo de parte de las autoridades gubernamentales, sean civiles o militares. Personalmente asistía y participaba de las acciones sindicalistas en tanto era una agrupación defensora de los derechos sindicales de profesores. Luego se politizó demasiado y opté por hacerme a un lado sin desligarme totalmente. Por el trabajo sindical que realicé me gané el aprecio de muchos colegas que siguieron brindándome su amistad después aún a sabiendas que ya no era el luchador de antaño. Ya entonces había pasado a laborar al 2091 de Las Palmeras en Los Olivos (antes San Martín de Porres). Hubo afiches y fotografías mías que salieron en periódicos, revistas como “Marka” y algunos periódicos de entonces. Nos corretearon los policías y miembros de seguridad del estado, me salvé de ir al Sepa (lugar que existía como una gran cárcel y que quedaba en la selva y que fueron a parar varios de nuestros dirigentes) o estar varios meses detenido en Seguridad del Estado o en las instalaciones de la Guardia Republicana allá en el Rímac.
Una noche, en San Marcos, debíamos escuchar un informe interesante de Arturo Sánchez Vicente (otro gran luchador) y otros miembros del Comité Ejecutivo Nacional. Sin embargo, se demoraban tanto que optamos por hacer tiempo y acudimos al frente a tomar por unos minutos unos vasos de cervezas (en aquel entonces no estaba cercada la Universidad como ahora). Grande fue nuestra sorpresa cuando observamos gran cantidad de policías que ingresaban al recinto universitario cercándolo y agarrárselas con los docentes, metiéndoles una tanda tremenda con sus varillas y haciéndoles subir a los camiones (“caimanes”, le decíamos) llevados especialmente para llevárselos detenidos. Esos colegas apresados demoraron como un año para salir en libertad. Y lo hicieron en el mes de Julio del 80 cuando retornó a la presidencia Fernando Belaunde Terry. Nuestra lucha era netamente sindical y fuimos el primer gremio de trabajadores en salir a protestar a las calles y hacíamos real el estribillo que cantábamos “EL SUTEP, LUCHANDO, TAMBIÉN ESTÁ ENSEÑANDO”. Era la época del gobierno militar, la represión era bárbara y había que ser muy valiente para enfrentarlos en las calles. Poco tiempo después salieron los bancarios, los mineros, las enfermeras, sindicatos como Cromotex, Bata y otros. Ahora lo hacen los médicos. Pero el nuevo magisterio, politizado o no, debe seguir luchando….