EVITA PERÓN.- De niño y durante mi infancia escuchaba sobre María Eva Duarte de Perón, Evita. Había iniciado Transición en el Colegio Fiscal Nº 422 “Enrique Guzmán y Valle” de Lince-Lobatón. Era tema obligado en casa de familiares por la admiración que despertaba esta gran dama. Que había renunciado a la Vicepresidencia de su país donde su marido Juan Domingo Perón era el voceado Presidente en las elecciones de aquel año, que se dedicaba a la ayuda de gente menesterosa de su país, que desarrollaba gran ayuda social y que incluso viajaría a Europa para apoyar a las familias que habían quedado mal como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. Que estaba enferma; que murió; que su velatorio duró 14 días. Que los “descamisados” como ella llamaba a los trabajadores de su ciudad; que organizaba campeonatos deportivos con jóvenes. Precisamente aquel año de 1952, durante la formación en el patio de mi colegio el director Armengol Luna Carbajal (que tal la memoria, de repente ni sus nietos se acuerdan de este gran docente) que nos presenta al frente del alumnado a un simpático joven de porte atlético, de talla alta. Lo recuerdo bien parecido y de cabellos castaños y nos informa que debíamos brindarle un fuerte aplauso porque había hecho con el Club Universitario de Deportes gran campaña en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, habiendo dejado muy en alto el prestigio del fútbol peruano y al estudiantado de nuestro plantel al haber salido campeón de un torneo organizado por los platenses. Se trataba de un alumno de nuestra escuela del Quinto Año de la época y de unos 15 o 16 años de edad.
Recordemos que la educación primaria se acababa por esa edad aproximada en aquellos años. Y debieron salir campeones porque el mismo Perón les obsequió un reloj, dícese de oro a cada jugador. Luego nos enteramos que Evita, ya fallecida, era la encargada de promocionar estos eventos. Del joven futbolista nunca más me enteré pero vaya si indagué donde había ido a dar. Ignoro si se trató de un joven jugador “merengue” que falleció en un accidente de tránsito por esos años que la prensa le dio gran cobertura, porque se trataba de una joven promesa. Sergio Merizalde Romero, gran amigo y vecino cuando pasé a vivir a los Barrios Altos, me comentaba que en aquella oportunidad la Unidad Vecinal Nº 3 de Mirones había invitado a la “U” recién arribada de Argentina para una confrontación futbolística perdiendo los cremas con relativa facilidad de lo que se sentía orgulloso porque además era aliancista. Todo esto afloró en mi mente con ocasión a la visita a este país. Y la idea prosperó porque deseaba conocer el Cementerio de Buenos Aires y hacerle una visita donde rescatada de España lo habían enterrado en 1975.
Recordemos que los militares platenses en vista de la gran cantidad de público que acudía a visitarla, se sintieron temerosos que la multitud se tornase en contra de ellos, incluso la Iglesia se sentía incómoda porque habían hecho estampitas confundiéndola como una virgen. Habían dado un golpe de estado contra Perón y robaron el féretro para enviarla a Italia. De allí pasó a Francia de donde fue traída por María Estela Isabel Martínez presidenta de la época y paradójicamente tercera esposa de Perón. No solo a ella debía visitar sino también a un maestro de las primeras letras con quien comencé a identificarme (educación primaria) que posteriormente se convirtió en el Presidente de la República de Argentina (1868-1874) Domingo Faustino Sarmiento y que comencé a admirarlo cuando observé una película sobre su vida cuando promediaba mis estudios de Educación. Allá iba.


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