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lunes, 27 de marzo de 2017

Crónica 52.- Cincuenta años de la Pantera Rosa

La invitación para pasar un mediodía en su casa estaba hecha. Escuchar música orquestada y la sinfónica de grandes orquestas era de antemano, pensar en un deleite. Tomé el Metropolitano y no paré hasta el Paradero de Las Flores. 

El Nissan rojo me esperaba y luego de admirar el elegante departamento comenzamos a escuchar las baladas de Bing Crosby y la voz y trompeta del prodigio de color Louis Armstrong. Qué maravilla, cómo un hombre de color, regordete y entrado en años podía cantar acompañando muy bien a Crosby y luego escuchar la Trompeta del genial intérprete. Luego escuchamos a “La Voz”, el increíble Frank Sinatra. Lo había conocido muy delgado en sus primeras películas allá por los cincuenta. Recordé la vez que fue a Brasil y se presentó en el Estadio Maracaná llenándolo con más de 200 mil almas. Dueño de una maravillosa voz, sin embargo no logré escuchar “Extraños en la Noche” y “A mi manera”. 

También reclamé los musicales que había grabado con Elvis Presley, muy joven éste. A propósito también me deleité con El Rey del Rock, su clásico “Zapatos azules de gamuza”, El Rock de la Cárcel, Tutti Frutti y otros. Ray Charles el cantante ciego de color, saxofonista y pianista. Con unos sorbos de cerveza muy helada mitigábamos el calor y la ansiedad por escuchar otros discos vinilos y también otros intérpretes. De pronto Henry Mancini, el genial director de orquestas que nos obsequia “La Pantera Rosa”, musical que acaba de cumplir 50 años y que sirvió de fondo para los capítulos del mismo nombre. Manera de recordar tiempos idos que veíamos a medias porque luego de 1964 ya habíamos ingresado al odioso mundo laboral. Cuando pensábamos que no habría nada más que sorprendernos pusieron “La Vie en Rose” de la descomunal Edith Piaf, “Non Je Ne Regrette Rien”, Padam Padam y otros. Edith había nacido en Francia en 1915 y falleció a una edad muy temprana sin llegar a los 50. 

Cantaba excelentemente durante la II Guerra Mundial en diversos escenarios y algunas veces sirvieron sus actuaciones para ayudar a escapar a los prisioneros. Después del 45 cantaría la página por la que más se le recuerda “La Vía en Rose”. Falleció en 1963. Para finalizar la velada y mientras dábamos cuenta de un gran lonche terminamos con música criolla para no perder la costumbre. Grandioso momento, gracias Carlos y Liz, me hicieron recordar a Antonio mi padre, por lo cuidadoso que era para enfundar sus discos vinilos. Tiempo que no apreciaba eso. No se sorprendan porque amenazo con regresar.



Crónica 51.- Sabino De la Cruz



En el verano del 53, el joven Sabino me hacía una apuesta, quién terminaba el Quinto Año. Él con la secundaria y yo con la primaria. Reanudaba sus estudios largamente acariciado. Se había dedicado a los quehaceres agrícolas En Casalla-Lunahuaná, ayudando a su padre (mi abuelo) sobre todo en el sembrío y las cosechas de uvas, nísperos, manzanas y la producción de vinos, cachinas y pisco que se vendía y daba grandes utilidades. 

Fuerte el trabajo del campo, bajo el sol, sin bebidas a la mano, soportando el sol y calor. Almorzando a veces en el mismo campo y continuar hasta el anochecer. Aun así no existían los medios para dedicarse al estudio, hasta que un trabajo en San Vicente de Cañete le abrió la posibilidad de estudiar, trabajaba de día y estudiaba de noche. Terminó y postuló a la Universidad de San Luis Gonzaga de Ica donde aprobó para abrazar la carrera de Contador Público del que es Colegiado, Todo los días viajaba a Ica, sin descansar y dormir sus horas completas porque debía levantarse muy temprano. Paralelamente ganó un concurso para trabajar en un Banco local, donde comenzó desde el puesto más humilde hasta encumbrarse en funcionario al terminar sus estudios universitarios. Integró el Sindicato Bancario el que lo llevó a tener un cargo a nivel nacional. 

Sabino es el hermano que seguía en edad a mi padre, mi tío quien me dio gran confianza al entablar grandes diálogos a pesar de la diferencia de edades. Fue como un gran hermano mayor y mejor amigo. Fue el encargado de la orientación cultural de toda la familia, muchos no lo entendimos. Estuvo en desacuerdo conmigo a que siguiese la carrera magisterial. Finalmente, el también saboreó lo hermoso que es la comunicación con alumnos y brindarle la orientación debida. Lo hizo a nivel de la educación secundaria y educación superior en un Tecnológico de Imperial. Políticamente también tuvo un cargo en la ciudad de Cañete. Se casó con una buena y hermosa mujer de ascendencia japonesa, tuvieron tres hijos que son excelentes profesionales por la orientación y formación de ambos y hoy en el otoño de su vida vive saboreando el triunfo alcanzado en la vida y con ciertas comodidades producto del sacrificio que tuvo que hacer al no encontrar el apoyo debido. Hoy es uno de los vecinos notables de Cañete, muy querido y reconocido. 

Mi querido tío, hermano y amigo, recibe mañana 10 de diciembre un ¡!!FELIZ CUMPLEAÑOS!!!


Crónica 50.- Ignacio Garretón


En 1977 en el C.E. 2091 Las Palmeras, posteriormente I.E.E “Mariscal Andrés Avelino Cáceres”, había un morenito que era de educación especial con problemas para la docente porque no había descubierto que este niño era afásico y que padecía de una sordera que no le permitía escuchar las clases por lo que había repetido el Primer Grado de estudios. 

Por la edad no lo había aplazado y había decidido llevarlo a los años superiores, pero manifestaba problemas para el aprendizaje de la lectura y escritura. Siendo el único profesor varón en la época, los niños se me acercaban en los recreos, hacíamos “pichanguitas” y les bromeaba o simplemente les daba una palmadita en los hombros como señal de cariño. El niño fue retirado y matriculado en el estatal que está al comienzo de la Av. Angélica Gamarra. A la sazón, los docentes de aquel colegio vinieron a solicitar mi apoyo para integrar el equipo de Fulbito porque se avecinaba una competencia magisterial. 

Debía entrenar y lo hacíamos los miércoles y sábados por las tardes y cada vez que asistía encontraba al mismo morenito ya de once o doce años que me saludaba con entusiasmo y alegría porque tenía la posibilidad de jugar junto con un amiguito que siempre lo acompañaba completando los equipos para las prácticas. Sus padres, que después se hicieron amigos míos, lo habían trasladado de colegio cansado porque la profesora le pedía constantemente la asistencia de un psicólogo para su hijo. Eran niños como de doce años pero jugaban bien, se defendían. Comenzaban de arqueros y luego pedían salir más adelante. 

El “blanconcito” siempre era defensa pero jugaba con la cabeza gacha por lo que siempre le corregimos para que la levante. El morenito era rápido y corría muy bien. Cada vez que me veía por la calle me saludaba afectuosamente. Pasó el tiempo y en una oportunidad nos encontramos cuando ya frisaba los 17 o 18 años, entre otras cosas me confió que estaba entrenando en los juveniles del Club Alianza Lima y que le iba bien. Recordábamos algunas anécdotas, le brindé consejos y nos despedimos. 

Luego lo veía jugando Fulbito con sus amigos del barrio Las Palmeras en una losa junto al Plantel. Del segundo piso lo divisaba y con él una gran cantidad de público alrededor del campo. Pasó el tiempo y un sábado de diciembre de 1987, mientras degustaba una sabrosa parrillada a una cuadra de su casa adonde había concurrido con el ánimo de colaborar pasó el morenito por medio de la pista acompañado de un grupo de jóvenes familiares y levantándome la mano en señal de saludo y despedida porque su equipo el plantel del Alianza Lima viajaba a Pucallpa a cumplir con una fecha del Campeonato Descentralizado. Él era Ignacio Garretón, y quien no viajó por estar lesionado fue su amigo de infancia Juan Reynoso, el mismo de los entrenamientos, talentoso jugador que brilló en varios equipos como Alianza y Universitario en Perú y el Cruz Azul de México. Ambos habían estudiado juntos su primaria de la Urbanización El Trébol. Como es sabido, el avión se hundió en el mar de Ventanilla al emprender el viaje de regreso y varios cuerpos no fueron hallados de inmediato. Me chocó tanto al punto de no poder conciliar el sueño en las noches por su terrible desaparición. A días, cuando por fin apareció su cuerpo, recién pude descansar tranquilo. Asistí al velorio donde saludé a sus acongojados padres y recuerdo haber visto la presencia de Teófilo Cubillas, José Velásquez y otros jugadores de la época. Aún recuerdo sus ojos adormilados como la de un gatito juguetón, muy risueño.


Crónica 49.- La Juventud acumulada


SEXALESCENCIA.- Si miramos con cuidado podemos detectar la aparición de una franja social que antes no existía: la gente que hoy tiene alrededor de sesenta y setenta años, son los sexalescentes que pertenecen a una generación que ha echado fuera del idioma la palabra ”sexagenario”, porque no tiene entre sus planes actuales la posibilidad de envejecer. Se trata de una verdadera novedad demográfica parecida a la aparición en su momento de la “adolescencia”, que también fue una franja social nueva que surgió a mediados del siglo XX para dar identidad a una masa de niños desbordados, en cuerpos creciditos, que no sabían hasta entonces dónde meterse ni cómo vestirse.


Este nuevo grupo humano que hoy ronda esta edad, son hombres y mujeres independientes que trabajan desde hace mucho tiempo y han logrado cambiar el significado tétrico que tanta literatura latinoamericana le dio durante décadas al concepto del trabajo. Lejos de las tristes oficinas, muchos de ellos buscaron y encontraron hace mucho la actividad que más le gustaba y se ganan la vida con eso. 

Se sienten plenos, algunos ni sueñan con jubilarse. Los que lo han hecho disfrutan de sus días sin temores al ocio o a la soledad, crecen desde adentro. Disfrutan el ocio, porque después de años de trabajo, crianza de hijos, carencias, desvelos y sucesos fortuitos bien vale mirar el mar con la mente vacía o ver volar una paloma desde el 5to piso del departamento.

Dentro de ese universo de personas saludables, curiosas y activas, la mujer trae décadas de experiencia de hacer su voluntad, cuando sus madres habían sido educadas a obedecer y ahora pueden ocupar lugares en la sociedad que sus progenitoras ni habrían soñado. Esta mujer sexalescente pudo sobrevivir a la “borrachera” de poder que le dio el feminismo de los años 50 y 60 (Eva Perón “Evita”, María A. de Odría, Anita Fernandini la alcaldesa, Laura Caller la abogada de los izquierdistas, Chabuca Granda famosa compositora, etc.) en aquellos momentos de su juventud en los que los cambios eran tanto, pudo detenerse a reflexionar qué quería en realidad. Algunas se fueron a vivir solas, otras estudiaron carreras que siempre habían sido exclusivamente masculinas, algunas estudiaron una carrera universitaria junto con las de sus hijos, otras eligieron tener hijos a temprana edad, fueron periodistas, crearon sus centros educativos, atletas o crearon su propio “Yo, S.A.” Este tipo de mujeres nacidas en los 50, no son ni por equivocación las clásicas “suegras” que quieren que las hija/os les estén llamando todos los días, porque ellas tienen su propia vida y ya no viven a través de la vida de los hijos. Su camino no ha sido fácil y todavía lo van diseñando cotidianamente. Hay rezagos, claro está.

No son personas detenidas en el tiempo; la gente de 60 o 70 años, hombres y mujeres, manejan la computadora como si lo hubieran hecho toda la vida. Se escriben y se ven con los hijos que están lejos y hasta se olvidan del viejo teléfono para contactar a sus amigos y les escriben un e-mail con sus ideas y vivencias.

Por lo general están satisfechos de su estado civil y si no lo están, no se conforman y procuran cambiarlo. Raramente se deshacen en un llanto sentimental a diferencia de los jóvenes. Los sexalescentes conocen y ponderan todos los riesgos. Nadie se pone a llorar cuando pierde: solo reflexiona, toma nota, a lo sumo….. y a otra cosa. Compiten de otra forma, cultivan su propio estilo… 

Ellos, los varones, no envidian la apariencia de jóvenes astros del deporte o de los que lucen un traje de marca, ni ellas las mujeres sueñan con tener la figura tuneada de una vedette. En lugar de eso saben de la importancia de una mirada cómplice, de una frase inteligente o de una sonrisa iluminada por la experiencia. Hoy la gente mayor como es su costumbre está estrenando una edad que todavía no tiene nombre, antes eran viejos y hoy ya no lo son. Hoy están plenos física e intelectualmente, recuerdan la juventud pero sin nostalgias porque la juventud también está llena de caídas y recuerdos y ellos lo saben. Esta gente celebra el sol cada mañana y sonríe para sí mismo muy a menudo… hacen planes con su propia vida no con los ajenos. Quizás por alguna razón secreta que sólo saben y sabrán los del siglo XXI. 


Dedicado a los que tienen la juventud acumulada.

Crónica 48.- Las Palmeras 2091


MI TOCAYO OSWALDO.- ¡Que cólera! Dejar Santa Rosa en Comas para ir a un colegio que parecía una cochera de mal gusto, el 2091 de Las Palmeras. Debía limitarme a trabajar con colegas mujeres y el director Tobías Aliaga con quien nunca nos entendimos pero hasta ahora en el presente nos buscamos para intercambiar opiniones, lejos del mundanal ruido. 

Pensé que al llegar Tobías habría más actividad social, que podíamos salir luego del trabajo a intercambiar opiniones, tomar un café, una gaseosa, etc. Pero no fue así. Profesor hosco, serio, llegaba a la hora exacta y se retiraba igual, las profesoras terminada la jornada también desaparecían como por encanto. No me sentía bien, estaba como pez fuera de la pecera hasta que vi a un viejito bonachón que hacía la limpieza del frontis de las aulas y siempre con una manguera regaba para evitar la polvareda. El colegio cuya área era más grande que una gran manzana, en sus inicios era un lodazal lleno de piedras con pequeñas acequias al lado de la calle Las Hiedras, pequeños arbustos y mucha hierba. Nada hacía presagiar que se convertiría en un gran Plantel. 

La asociación de propietarios que había hecho las gestiones para que el Estado cree un plantel en la Urbanización, había construido eventualmente tres aulas con techos de calaminas, un baño y un ambiente pequeño que servía de dirección. Estas estaban pegadas a las casas ocupando el área que correspondía a un pasaje. Delante de la dirección había un gran árbol de pacay que daba sus frutos regularmente y que los alumnos mayorcitos daban cuenta de ello. 

Educación Física hacíamos los viernes por las tardes y luego de los trotes y ejercicios a los chicos los organizaba para que jueguen fútbol y voleibol. Ya habían construido la piscina pero no sabían organizarla y hacíamos natación. Hasta que las agresivas niñas se les ocurrió también jugar fútbol. Como quiera, también me metía al campo y jugaba por el equipo más débil. Cuando todos se habían retirado y luego de un ligero aseo hasta llegar a casa, me encontraba con el viejito que se llamaba como yo, Oswaldo. Y comenzamos a tratarnos de tocayo y finalmente sólo “Toca”. El pagaba los “platos rotos” al invitarle a tomarnos unas gaseosas o cervezas y luego solicitábamos pollo a la brasa. Lo que se hizo costumbre y ya todos los viernes el tocayo me esperaba listo para nuestra reunión. Esto paliaba mi malestar de haberme cambiado de Institución contra mi voluntad (mi esposa había hecho las gestiones que yo había olvidado). Recuerdo los partidos de fútbol en cancha de tierra, en el área donde hoy se levanta la Iglesia de Las Palmeras y están las oficinas de Telefónica del Perú. 

Charito Goitizolo, Rosa Ivonne Luque, Charito Matos, Betty Núñez, María Miko Ruiz, Charo Veliz, Fanny Yáñez, Gloria Cornejo, Rocío Fernández, Tatiana Guevara, Rosa Martínez y Zoila Rosa Raquel Rivera son las que más recuerdo dando cuenta a zapatillazos a sus compañeros que eran mucho más hábiles entre los que estaban Carlos Alfonso Claudet, Oscar Alvariño Flores, Teófilo Fernández Pablo, Luis Alberto Flores Velorio, Medardo Juárez, César Augusto Luyo, Luis Armando Montalvo, Javier Ricardo Ormeño, Max Ramírez Delgado y César Wilson Fuentes. Las infracciones no las cobraba el árbitro que era el que escribe. Lo hacía para crear un ambiente de jolgorio lo que daba resultado, yéndonos finalmente a casa con los comentarios y reclamos consabidos. El abuelo, como lo conocían los chicos, tenía unos perros que le ayudaban en la guardianía y que en alguna oportunidad se habían llenado de garrapatas. El reclamo era generalizado. Ante la angustia de no poder limpiarlos optó por sacrificarlos. Una mañana, aparecieron dos hermosos perros robustos ahorcados de una de las ramas del pacay. Todos consternados y el abuelo llorando por sus canes en un lado de lo que era su habitación. Su edad avanzada lo había llevado a un estado de depresión en 1992 que se agravó cuando un docente en un rapto de “limpiar” la casa porque había adquirido un nuevo cargo (Sub Director), impidió que continuase con la guardianía por la que no cobraba nada y solo le servía para dormir en las noches. La depresión lo llevó a la muerte. El suscrito ya no trabajaba en el Colegio, teniendo la dirección de otro Centro pero al enterarme, acudí a su velorio a darle la despedida. Fui tal vez el último amigo que tuvo en vida. Siempre lo recuerdo, especialmente los 30 de noviembre, fecha en que cumplía años. Corría el año 1978 ¡!Feliz Cumpleaños Tocayo!!

Crónica 47.- BUENOS AIRES. Parte 9

CAMINITO.- La calle Caminito queda en el Barrio del mismo nombre, un lugar parecido a los Barrios Altos con las pistas adoquinadas y con gente de todas las nacionalidades. 

Existe mucho negocio y damitas que te hacen invitaciones para bailar tango al compás de los discos de Carlitos Gardel propalados por altavoces que me hizo recordar las calles limeñas de antaño cuando por parlantes irradiaban las canciones de la jovencita Celia Cruz con la Sonora Matancera, tomarse fotos e inscribirse para tomar clases en diversas academias. 

Es un medio de vida y me vi en la calle con una platense, rodeándome la mano por la cintura y con la otra el cuello amenazando con comenzar a bailar un hermoso tango. Las fotos no se hicieron esperar y pensaba en cómo lo iban a tomar amistades y familiares porque podían verlo como irrespetuoso, aun así me sentí como reo camino al cadalso. Para no quedar mal, hicimos unas cuantas piruetas que no duraron ni un minuto aunque el tango estaba hermoso y luego cortésmente tuve que despegarme y seguir mi camino (además, no sabía otros pasos). 

Una cuadra más allá existe un riachuelo que parece una gran laguna un poco desaseada pero que es parte del Río de La Plata (antiguamente las embarcaciones llegaban hasta allí). Pistas y aceras adoquinadas semejante a las de la Lima antigua, ambulantes vendiendo recuerdos y otros con asados y diferentes carnes al estilo anticuchos en Lima. Debíamos abstenernos en comer porque almorzaríamos en “Siga a la Vaca”, famoso restaurante donde preparan exquisiteces de carnes donde dimos cuenta de unos bifes de chorizo con ensaladas, cremas y papas doradas. Uno debe acercarse a solicitar al chef cómo quiere la carne y como me manifestó que demoraría unos quince minutos, pues debía prepararlo, me invitó a que pruebe una porción de relleno de carne de cerdo muy exquisito. No faltó el abundante vino mendocino y logré probar una legítima Pepsi Cola que hacía tiempo no la degustaba. Lo que extrañé y mucho fue el rocoto y ají.




Crónica 46 .- BUENOS AIRES , Parte 8

SAN MARTÍN DE PORRES.- 

En plena Plaza de Mayo admirando y fotografiando la Casa Rosada, la Casa de Gobierno del Estado Argentino, donde se encuentran enclavadas 17 tumbas que simbolizan las muertes de los jóvenes soldados argentinos en su lucha contra los ingleses por la defensa de las Malvinas en 1982, me quedé perplejo al admirar la Catedral bonaerense y encontrar el Mausoleo del líder político don José de San Martín. Pero más grande fue mi admiración cuando en el interior de la Catedral encontré la estatua de un santo conocido nuestro, San Martín de Porres. ¡Qué alegría! Encontrarlo en un lugar importante de Buenos Aires y acá en Lima a pesar que es de mi devoción jamás participé de una procesión. 

Las contradicciones que tiene la vida y por primera vez me puse a rezarle con el tiempo necesario y mucho fervor.