La invitación para pasar un mediodía en su casa estaba hecha. Escuchar música orquestada y la sinfónica de grandes orquestas era de antemano, pensar en un deleite. Tomé el Metropolitano y no paré hasta el Paradero de Las Flores.
El Nissan rojo me esperaba y luego de admirar el elegante departamento comenzamos a escuchar las baladas de Bing Crosby y la voz y trompeta del prodigio de color Louis Armstrong. Qué maravilla, cómo un hombre de color, regordete y entrado en años podía cantar acompañando muy bien a Crosby y luego escuchar la Trompeta del genial intérprete. Luego escuchamos a “La Voz”, el increíble Frank Sinatra. Lo había conocido muy delgado en sus primeras películas allá por los cincuenta. Recordé la vez que fue a Brasil y se presentó en el Estadio Maracaná llenándolo con más de 200 mil almas. Dueño de una maravillosa voz, sin embargo no logré escuchar “Extraños en la Noche” y “A mi manera”.
También reclamé los musicales que había grabado con Elvis Presley, muy joven éste. A propósito también me deleité con El Rey del Rock, su clásico “Zapatos azules de gamuza”, El Rock de la Cárcel, Tutti Frutti y otros. Ray Charles el cantante ciego de color, saxofonista y pianista. Con unos sorbos de cerveza muy helada mitigábamos el calor y la ansiedad por escuchar otros discos vinilos y también otros intérpretes. De pronto Henry Mancini, el genial director de orquestas que nos obsequia “La Pantera Rosa”, musical que acaba de cumplir 50 años y que sirvió de fondo para los capítulos del mismo nombre. Manera de recordar tiempos idos que veíamos a medias porque luego de 1964 ya habíamos ingresado al odioso mundo laboral. Cuando pensábamos que no habría nada más que sorprendernos pusieron “La Vie en Rose” de la descomunal Edith Piaf, “Non Je Ne Regrette Rien”, Padam Padam y otros. Edith había nacido en Francia en 1915 y falleció a una edad muy temprana sin llegar a los 50.
Cantaba excelentemente durante la II Guerra Mundial en diversos escenarios y algunas veces sirvieron sus actuaciones para ayudar a escapar a los prisioneros. Después del 45 cantaría la página por la que más se le recuerda “La Vía en Rose”. Falleció en 1963. Para finalizar la velada y mientras dábamos cuenta de un gran lonche terminamos con música criolla para no perder la costumbre. Grandioso momento, gracias Carlos y Liz, me hicieron recordar a Antonio mi padre, por lo cuidadoso que era para enfundar sus discos vinilos. Tiempo que no apreciaba eso. No se sorprendan porque amenazo con regresar.








