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domingo, 22 de mayo de 2016

Crónica 40.- BUENOS AIRES. Parte 2


LA BOMBONERA.- Haciendo turismo por las calles platenses, me doy cuenta que existe un gran respeto de los choferes por los transeúntes. Todos detienen sus carros para dar paso a las personas, nadie los apura, no tocan bocinas y te invitan a que pases con mucha delicadeza. Sólo he escuchado un claxon pero en forma muy tenue. 

En general, los argentinos son muy cultos. Todos caminan apurados y ensimismados por sus quehaceres. Nadie mira ni se preocupa por nadie y no existen diálogos de personas en las esquinas. Fui al Barrio de La Boca, que es uno parecido a los Barrios Altos, La Victoria o el Callao. Cuentan que en los inicios de la formación de los equipos River y Boca, estos eran uno sólo. Pero, el grupo discutió y se formaron dos bandos: uno los más humildes y otro los más pudientes. Quedaron en formar cada uno un equipo, pero el problema era quien se quedaba con los colores ya determinados. La solución era jugar un partido y el que ganaba se quedaba con los colores, el que perdía debía buscarse los suyos. Perdieron los que después serían Boca Junior y sus más cercanos dirigentes fueron al puerto de Río de la Plata para buscar los colores de uno de los barcos que solían arribar, el primero sería el elegido. Y llegó un barco escocés con los colores azules y amarillos y quedó adoptado para el Boca Junior. Pertenecían al sur de la ciudad y eran los más modestos así como su barrio La Boca. 

Los del norte eran pudientes y quedaron señalados como los millonarios del River Plate y se iniciaron los clásicos. Acudimos a visitar uno de los 48 barrios que tiene Buenos Aires: La Boca y buscar su Estadio de La Bombonera. Tantos años han pasado desde aquel 29 de Agosto de l969, cuando empatamos con el equipo argentino, aquél de los dos goles de Cachito Ramírez, que no pensaba que mi corazón iba a palpitar tanto recordando que allí un puñado de jugadores peruanos iban a escribir una página gloriosa para el Fútbol Peruano al empatar con el argentino y eliminarlo del Mundial de México 70. 

Miraba el Estadio y me sentía conmovido, un recinto deportivo que no alberga más de 40 mil espectadores. Recordaba la valentía de Héctor Chumpitaz para poner la pierna fuerte, la de Orlando La Torre para pararle el pleito a los gauchos, Roberto Challe sus criolladas y jugadas de lujo, Cubillas soportando las marcas y patadas, los sudores por los nervios del gran Rubiños. Todo pasaba por mi mente cuando un empleado del Estadio me llama por mi nombre que está grabado en la espalda, contento porque tenía los colores del Boca. No, eran los colores del Club Deportivo Los Tigres de Comas en Lima donde juego. Los llevé porque quería que mi camiseta tuvieran presencia en ese Estadio. 

Me miraba con un poco de soberbia este amigo argentino al saberme peruano, pero cambió cuando le dije que era hincha del Boca porque habían jugado muchos peruanos por este Club: Víctor Benitez, Meléndez, Miguel Loayza, Héctor Bailetti, Manuel Solano, etc. dándose cuenta que sabía de fútbol. Después de adquirir una casaca buzo del Boca, caminamos dos cuadras y encontramos el margen del Rio de La Plata. Hermoso, muy hermoso. La gente de los bazares te bromean, te dan el precio y te añaden “pero sin ese buzo” te cuesta menos. Otros, “con ese buzo le hago un gran descuento”. Así demuestran su hinchaje por determinados colores.








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