Hace dos años cojeaba con mucho dolor ante la posibilidad de sufrir artrosis en la rodilla derecha. Jugaba fulbito como hasta ahora dos veces por semana. Toda la mañana caminaba con dificultad y extrañaba no practicar mi deporte favorito. A medida que se acercaba la hora automáticamente me alistaba para ir al campo. En casa se asombraban y hasta me regañaban preguntándome cómo era posible ir al juego. Explicaba que sólo era para distraerme y pasar un momento agradable observando a los compañeros. Lo asombroso era que a medida que me acercaba al recinto, el dolor iba disminuyendo.
Ya en el grupo los capitanes encargados de las conformaciones me daban el polo para participar sin saber lo que me acontecía. Extrañamente no sentía el dolor fuerte y en todo caso podía soportarlo y me animaba a jugar. Finalmente lo hacía bien de menos a más olvidándome de los dolores. Finalizado el partido volvía a casa otra vez cojeando y con cierto dolor sin poder explicar cómo tenía el polo sucio y transpirado.
Eso me dio deseos de investigar ante el conocimiento de la segregación de unas hormonas especiales que me habían explicado.
De las series de hormonas que produce nuestro cuerpo, tres son importantes para nuestra felicidad: La dopamina que nos brinda placer y motivación; la serotonina que nos alivia el estado de ánimo; y la endorfina que nos produce felicidad.
Serotonina.- Es una sustancia química cerebral directamente relacionada con la sensación de bienestar. Así, a niveles altos le corresponde un mayor nivel de felicidad.
Dopamina.- Es un neurotransmisor directamente relacionado con la estabilidad emocional. La recepción dificultosa de esta sustancia origina una larga lista de enfermedades relacionadas con el desequilibrio emocional y, por tanto, con la falta de una vivencia de bienestar.
Endorfina.- Es una hormona antioxidante que estimula y favorece el sistema inmunológico, aumenta la energía y la capacidad de esfuerzo físico, se relaciona con el control de la temperatura corporal y de los ciclos de vigilia-sueño. Se le atribuye propiedades relacionadas con la sensación de bienestar, el retraso del envejecimiento y estados de gran calidad en la vejez.
Por tanto podemos concluir que las endorfinas son el vehículo de la felicidad, la euforia, el placer y el alivio del dolor. Quiere decir que cuando te ríes y te sientes feliz, cuando haces deporte y te quedas a gusto, e incluso cuando sientes esa placentera sensación después de comer chocolate, lo que te está pasando es que estás generando endorfinas.
Esa cosa llamada amor, tampoco se escapa de las endorfinas porque detrás existe una dinámica química. Los endocrinólogos explican que estas hormonas, junto con las conocida como la apomorfinas, son las que inducen a la adicción (por eso decimos que el amor es una droga). Que el enamoramiento se puede producir en cualquier etapa de nuestras vidas, porque siempre tenemos endorfinas. El amor se atribuye al corazón, cuando en realidad las emociones están en el cerebro. Nos recargamos de endorfinas cuando practicamos riso terapia. La risa y la carcajada son las mejores fuentes de endorfinas. Similar a cuando olemos o pensamos en una buena comida.
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