Entre los años 63 y 66, con apoyo de Antonio, mi papá, ingresamos a trabajar al Hipódromo de Monterrico. Se había inaugurado el 62. Mi hermano fue designado a ser Cajero en el Tercer Piso (idea original para ambos) y yo ayudante de Barman en el Cuarto Piso de Socios. Finalmente recalé en el Quinto Piso de Periodistas en la misma función. Allí conocí a Augusto Ferrando, su hi...jo Chicho, su hermano Santiago (muy buenas personas), estaba Cossío Bravo, Felipe Sanguinetti “Pelito” que también hacía el papel de “Doña Cañona”, Juan Felipe Montoya, Federico Rossini, Néstor Quinteros, Gonzalo Toledo y toda la Peña Criolla Ferrando. En una esquina del Bar, solía sentarse una morenita, delgada ella, mal trajeada y que “mataba el tiempo” sentada hasta que la llamaban para participar por Radio Victoria. Ella solía imitar a Xiomara Alfaro, Olga Guillot, y otra cantante más. No era solista. Hasta que hubo un concurso en Trujillo. La morenita participó con el aval de Ferrando. Lamentablemente quedó segundo su tema que interpretó, el Vals “Mi dueña”. El “Negro”, se molestó mucho porque pensó que el jurado no había sido justo y la contrató para su Peña, consiguiéndole además muchas presentaciones. Muchas veces me invitó para ir a su casa y ensayar con los guitarristas que la acompañaban. Varias oportunidades fueron que me esperó y no llegué nunca. Vivía en Ciudad de Papel y el barrio no era muy aconsejable a pesar de brindarme mucha seguridad. Mis amigos y vecinos no me permitieron ir, porque además debía quedarme hasta el día siguiente. Conversamos mucho porque también había momentos libres y nos hicimos amigos a pesar de la diferencia de edades. Debía llevarme como nueve años. Las bromas eran muy sanas a pesar que con sus compañeros el trato era más áspero. La fui a ver a varios cines teatros donde se presentaba la Peña. Santiago Ferrando, Chicho o Gonzalo Toledo no permitían que pague entrada. En el Jr. Juan Castro, en Balconcillo, donde mis padres tuvieron alguna vez un pequeño Restaurante (año 70), fue la última vez que conversé con ella. La recuerdo almorzando en el local. Ella vivía en la siguiente cuadra, en la misma Quinta que vivía “Melcochita”, más simpática, con cabellera postiza, una Chompita roja y una sonrisa agradable invitándome a que la vaya a ver esa noche en el Super Hall (cine teatro ya desaparecido). Ella era Lucha Reyes, La “Morena de Oro de la Canción Criolla”. Que gusto y felicidad me dio cuando supe que es considerada una de las mujeres ejemplares y triunfadoras del Siglo XX. La invitación a su casa vino cuando me pidió que cante en un momento que estábamos solos. Para su gusto, lo hacía bien. Pero una cosa es con guitarra y otra con cajón.
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