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martes, 22 de abril de 2014

Crónica 9. EL CLUB ALEMÁN

Era un profesional sin trabajo. El título de Profesor que ya lo había obtenido no bastaba para tener un empleo en el Ministerio de Educación. En esa época un docente nuevo debía ser nombrado en provincias por cinco años antes de intentar ser nombrado en la Capital. Vaya uno a saber dónde te enviarían. Como buen hijo de papá, no salí y me aferré a ser nombrado por Fe y Al...egría en el Pueblo Joven (en ese tiempo) de Collique. En el Verano del 69 acudí a la Tribuna Sur del Estadio Nacional, lugar donde debía encontrarme con Raúl Méndez, gran amigo y antes profesor mío de Educación Física de estudios superiores quien me había prometido conseguirme un trabajo de verano. Llegó un poquito tarde, cincuenta minutos para ser más exacto y a toda carrera en su auto fuimos en busca del mencionado trabajo y que por el apuro no podía explicarme bien acerca de la función que debía desempeñar. La zona, cerca del Ovalo de los Cabitos en Higuereta, era desolada y abandonada. No existía aún Polvos Rosados y menos la continuación de la Av. Aviación. Todo era de tierra y la Atocongo, era una avenida completamente deteriorada. El portón del Club era de madera de tornillo que alguna vez estuvo pintado y existía un portero completamente uniformado. Me convirtió en el Salvavidas del Club Germania y yo solo había nadado en río y muy mal. A la playa solo iba a romper olas. Felizmente todos los socios sabían nadar hasta los pequeñitos de dos años que me faltaba el aire cuando los veía ingresar a la piscina. 

 Si por fuera el paisaje no era alentador por dentro el Club era muy hermoso. El agua de la piscina cristalina y los alrededores muy aseados, campos de tenis, de fútbol, camarines de lujo con agua fría y caliente, un club con instalaciones varias y muy grandes. Tenía que esperar todas las tardes que mi horario de labores terminase para meterme a practicar al agua guardando siempre que no me observasen lo mal que nadaba. Sin embargo, progresé mucho con mi auto aprendizaje y Raúl Méndez me invitó a formar parte de los profesores de natación que administraba en horas de la mañana en el mismo Club. Pude nutrirme de los entrenamientos que en una ocasión hizo Hernán Huertas (Campeón Sudamericano en estilo Espalda de la década de los 50). Cada vez, no solo me encantaba practicarlo sino también enseñarlo y en estas condiciones cuatro años después en el 73, llego a formar parte del elenco de profesores de Johnny Bello en el Club Terrazas de Miraflores. Con mucho temor, porque Johnny había tenido cuidado de escoger los mejores profesores que había en Lima para iniciar su Academia de Natación amenazando con revolucionar la enseñanza de la natación en el Perú y no quería defraudarlo. Fue con el “pecoso” con quien realmente aprendí la enseñanza natatoria, nos corregía errores y todo su diálogo era de los movimientos correctos de brazos, de piernas y de la respiración.
 
Al Club Alemán asistía la chica Juliana, la alemanita que cayó en la Selva en un accidente de aviación y que estuvo perdida ya no recuerdo cuantos días, que se libró de los ataques de los animales selváticos entre ellos arañas, pirañas y diversas especies de culebras. Que se la encontró con el cuerpo lleno de sanguijuelas, salvada y luego enviada a su país para su recuperación. También recuerdo haber observado los entrenamientos en la cancha de Fútbol de una bellísima chica de ascendencia alemana porque era peruana, que se dedicaba al atletismo y con un entrenador muy exigente (la piscina se encontraba al pie del campo deportivo). Su fuerte era el Salto con Vallas y otras pruebas de pista y campo. Su nombre, la extraordinaria Edith Noedhing a la sazón 17 o 18 añitos y con quien trabajaría años después en la Municipalidad de Lima Metropolitana que será tema para otra crónica. Edith ganó los Laureles Deportivos por su actuación en las Olimpiadas de Munich en 1972. Cuatro temporadas veraniegas trabajé en el Club Alemán y solo lo visité una vez años después. Los niños y niñas de la época deben estar en los cincuenta y cincuentaicinco años de edad. Para mi sorpresa, lo encontré mucho más hermoso y con muchos maravillosos cambios. Debe tratarse del más bonito club que existe en Lima.

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