El 14 de Octubre de 1953, de la mano de mi papá fuimos a ver la despedida homenaje que le hicieron al gran Lolo Fernández en el moderno Estadio Nacional. El mismo que había sido inaugurado aquel año con el Campeonato Sudamericano de entonces, cuando perdimos con Bolivia (autogol de Joe Calderón) y le ganamos a Brasil (golazo de Navarrete) ambos por 1 - 0. Lolo nunca había... jugado un partido nocturno en Lima y pidió que le dejasen jugar sólo cinco minutos. Que maravilla de Estadio y observarlo de noche, cuánta gente. Aquel año se había inaugurado las luces del coloso deportivo y el “cañonero” ya le había hecho tres goles en su despedida oficial del 30 de Agosto al Alianza Lima en horas de tarde. El cañetano sólo jugó esos minutos contra el Centro Iqueño y mi papá señalándome a cada momento a Lolo: que era muy amigo de mi tío; que habían jugado juntos; que por él un primo había conseguido una vacante para que ingrese a estudiar al Colegio Alfonso Ugarte (Flamante colegio estatal de los inicios del 50); que era cañetano; que también había jugado en Lunahuaná; que siempre usaba una redecilla y por eso era fácil identificarlo. Me señaló también a Alberto Terry (de quien fui posteriormente su hincha y gran seguidor), Dante Rovay y la “Lora” René Gutiérrez (jugador de gran técnica). No recuerdo más figuras cremas. Y luego la despedida. Todo era apoteósico. Le ganaron al Iqueño, equipo que ha desaparecido por 5 - 2. Sonó el silbato por los altoparlantes (antes, erróneamente se usaba ese medio para señalar la finalización del medio tiempo o el término del partido), los jugadores de ambos equipos correctamente ubicados en el círculo central y Lolo que se abrazaba con todos y cada uno de ellos. Camino a la tribuna oficial, Lolo que se quiebra y como consecuencia sus seguidores lo levantaron en hombros y le dieron la vuelta Olímpica. Hoy, rememoro aquel ruido ensordecedor de entonces de los cuatro costados del campo. Con media tribuna de Occidente de cadetes de la Marina de Guerra. Lolo en hombros y mucha gente triste brindándole la mano mientras daba la vuelta por la pista atlética. Gran homenaje a uno de los dos mejores atletas deportivos del Siglo XX junto a Alejandro Villanueva el gran “Manguera” del Alianza Lima, se retiraba un extraordinario jugador símbolo del Fútbol peruano. Brilló no sólo a nivel nacional sino que también en el extranjero. En Chile y en Europa, sobre todo en las Olimpiadas de Berlín donde con siete goles se convirtió en el goleador del equipo peruano. Tiempo en que los europeos no podían soportar que un equipo de “negros” y “cholos” podían ser mejores que ellos. Con Hitler imperaba un gobierno racista y no permitió que Austria, su patria con gente de raza aria, perdiese con Perú. Anularon el partido y ordenaron que se jugase nuevamente a puertas cerradas y sin periodistas (¿Escape a la Victoria?). Semejante humillación no pudo ser avalada por el gobierno peruano y Oscar Benavides, nuestro Presidente de la República, con gran acierto ordenó el retiro de toda la delegación peruana. Le ganamos a Finlandia por 7 – 3 con cinco goles de Lolo, a Austria 4 – 2 y la final era con un equipo que no era potencia en aquel entonces. Pudimos ser campeones olímpicos. Allí estuvieron Lolo y Villanueva. Hasta ahora me regocijo de haber sido testigo del retiro de una gloria nacional. Tenía siete años de edad.
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