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martes, 22 de abril de 2014

Crónica 12. EDITH NOEDING. Parte 1

Octavio Felipa era un amigo del barrio del Parque del Naranjal en Los Olivos que solíamos reunirnos en plan de tertulia algunas tardes. Lo habían nombrado como administrador de la Piscina Virrey Toledo de los Barrios Altos y andaba desorientado porque no sabía como enmendarlo. Al margen tenía como enemigos a los técnicos que acostumbraban “trabajar” allí todos ...los veranos. Le costó mucho convencerme de que le ayudara, sabiendo como era el medio, me era un poco preocupante iniciar alguna labor, además tenía bastante con trabajar en el Polo Deportivo de San Borja donde enseñaba Fútbol a menores y Natación al grupo de adultos mayores. Me informó que la Piscina era parte del programa de PROMUDER de la Municipalidad de Lima Metropolitana y que en la Oficina trabajaban Percy “Trucha” Rojas, el ex jugador de Universitario y del Independiente de Avellaneda de Argentina y Edith Noeding ex atleta reconocida y de grandes éxitos de los inicios del 70. Había sido considerada la mejor deportista a nivel nacional en el Perú por cuatro años consecutivos: 1973, 74, 75 y 76.
 

Me alegró mucho tener la posibilidad de alternar con Percy Rojas, lo había admirado mucho observando su juego desde que era un juvenil proveniente de la Unidad Vecinal Nº 3, donde en un primer entrenamiento había hecho trizas con su juego a José Fernández y Héctor Chumpitaz, los mejores baluartes defensivos del medio en esos años de mitad de los Sesenta. Sin embargo, posiblemente por alertas de los colegas de turno en la Oficina del PROMUDER se mostró incómodo por mi presencia a pesar de mis deseos de llegar a él y conversar de lo que más sabía. En la oficina habían “profesores” que se sentían mal por mi presencia al comenzar a destacar con los cuadros de trabajos y Plan de Trabajo que proponía para el Virrey Toledo (A los que destacan siempre tratan de minimizarlo por temor a cambios. Tal es la mediocridad de ciertos profesionales). Sin embargo, contra todo pronóstico, con quien más alterné fue con Edith Noeding. Que mujer tan inteligente. Nunca había encontrado la oportunidad de conversar tantas cosas maravillosas con una dama. Que me perdonen todo el elemento femenino que traté en mi vida, pero creo que Edith era una genio para desarrollar su profesión. Hizo lo que sus ideas le permitieron hacer y trató de sacarme toda la experiencia que pude tener de una manera muy suave y sutil. Hicimos de la Piscina Virrey Toledo todo un gran cambio generacional. Una piscina que había servido al pueblo desde los albores de 1900, cuando servía para la recreación del pueblo, gente muy pobre que no tenían pasajes para ir a una playa. Porque a las playas del Agua Dulce, Barranco o Ancón, sólo acudían los señoritos y las señoritas de sociedad. Estaba vedado para el pueblo. Han visto las fotos de antaño? No se ve a ningún pobre, todos eran de dinero. Los pobres debían acudir a las orillas del Río Rímac o a las pozas que se formaban en el Virrey Toledo, la de Maravillas, otra que quedaba donde se levanta hoy día el Tecnológico de José Pardo y otras más. Así, el Virrey Toledo, la piscina que queda a las espaldas del Hospital Dos de Mayo en los Barrios Altos se convirtió en un emporio de los primeros nadadores del siglo pasado. Por allí también pasé algunas veces cuando niño a darme un “chapuzón” con los amigos cuidando siempre que no se roben la ropa. Lugar muy difícil y peligroso.

Noeding la convirtió en una hermosa y gran piscina, ante mi sugerencia poco a poco fue mermando la atención para los mayores porque nos dedicamos más a la parte pedagógica con la niñez, enseñando no sólo natación sino también todos los deportes. Hasta se hizo un modelo de enseñanza de Educación Inicial y de Estimulación Temprana, Ajedrez, Básquetbol, Frontón, Fulbito, Danzas, hicimos paseos a la playa y hoy en día es un ejemplo de recreación y deporte. Diseñé un horario con circuitos deportivos que dio grandes frutos. Se construyó una piscina para niños menores de seis años. Se cambió totalmente el aseo de la piscina, se colocaron nuevas alambradas, se mejoraron los baños y se contrató profesores de gran calidad profesional que entendieron el reto de lo que nos proponíamos hacer. Gran trabajo que fatalmente se vio truncado dos años después por problemas políticos. Cambiaron al personal, Edith continuó con el esquema pero un período después tuvo que declinar. En mi memoria quedaron grabados los diálogos que hice con ella y que un año después había mandado a refaccionar toda la infraestructura. Le comenté que si había dinero se podía hacer piscina temperada y que el piso de la pileta debían levantarlo y hacerlo uniforme. Todo fue captado y mandado hacer.

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