Eran los inicios del 86 y me había propuesto formar un equipo de Fútbol con los niños más pequeñitos del Club, en aquel entonces más bisoños del campeonato de AFIM que habíamos iniciado el año anterior y esa era la Categoría 76 (Los nacidos en el año 1976). Era la Tercera Edición porque se hacían dos eventos por año. Y comencé a preguntar dentro del Club por todo... aquel niño que haya nacido en ese año. Los padres no lo podían creer. Uno de ellos, Michael Shanon, hijo de madre europea y de un argentino, tenía rapidez y potencia para disparar a su edad y era nacido en el 77. Lo convoqué ante la admiración de sus padres porque hasta entonces sólo jugaba haciendo disparos al arco y en forma recreativa (no era mi alumno porque estaba dedicado a las categorías un poco más mayores y esta familia eran socios nuevos). No tenían idea de formación en un equipo, algunos jugaban fulbito en su colegio. Y todos me llegaron a estimar no solo por la convocatoria sino por los entrenamientos y porque las competencias eran nuevo para ellos, sus papás les aconsejaban y estaban tremendamente motivados para el certamen. Se presentaron ocho equipos, entre ellos el Cantolao, Deportivo Zúñiga, Centro Iqueño, el Germania, Lima Cricket y otros. Contra lo previsto, hicimos un gran papel y nos convertimos en los animadores del Campeonato. Quedamos terceros. Para el 88 el equipo era otro.
Mejor entrenados, con mayor condición técnica y con propuestas para ir al extranjero para una gira y campeonatos que se hacían en Argentina y en la Serena, Chile. Éramos los animadores del certamen. Sin embargo, cometí un error al organizar a los padres de familia para obtener mayor “apoyo”. Uno consideró que al tener que atender a las otras categorías mayores, no me abastecía para atender la categoría 76. Optaron por contratar a otro Entrenador y eligieron a “Buyo” Ramírez, ex marcador de punta del Alianza Lima quien se apoyó de un colega mío que yo mismo había llevado. Suponían que con otro Técnico debían campeonar y no tuvieron que pedir permiso a los dirigentes del Cricket porque asumirían los gastos de remuneración. Siempre se sufre por decisiones como estas, porque existía enorme relación entre los niños conmigo. Las llamadas a mi casa eran diarias preguntando por una u otra cosa. Existía algo nuevo en sus mentes y el 100% de sus diálogos era el Fútbol. Al existir una escisión realmente se sintieron muy apenados y sobre todo porque no comprendían nada. El Markham, que a la sazón no tenía técnico para el evento, me contrata y comienzo a entrenarlos en el campo que tenía el Colegio con sede en la Av. El Derby en Monterrico al costado del Hipódromo.
El campeonato comenzó a los quince días y nos tocó jugar en las instalaciones del Club Okinawense, de la colonia japonesa y luego de ganar y empatar los primeros encuentros, nos tocó eliminarnos justamente con el Lima Cricket. No pueden imaginarse los días previos al encuentro. No podíamos perder, los del Markham confiaban mucho en mí para no salir eliminados. Debíamos enfrentar a niños que había formado ya varios meses y claro sentía temor. Ganamos por 3 a 1 y el Lima Cricket salió eliminado. No podía exteriorizar mi alegría porque me encontraba con los ojos tristes de mis ex pupilos, casi llorosos. Sentimientos tremendamente encontrados. Qué dolor. Los dirigentes con Carlos Silvestre a la cabeza (posteriormente Presidente del Directorio de Sedapal), nos obsequiaron una comida y fuimos a comer pollo a la braza a una Pollería de la Av. Benavides. Algunos papás invitaron algunos vinos y llegué de noche a mi casa sazonado. Mi hijo Pepe me recibió en la puerta y abrazándome de él, lloré desconsoladamente. Me perseguían los ojos llorosos y tristes de mis ex alumnos, de mis hijos que había dejado contra mi voluntad. Fue un dolor indescriptible que duró un tiempo. Gajes del oficio. Los técnicos del Cricket fueron cesados inmediatamente salieron eliminados y ante una discusión de ”Buyo” Ramírez con un padre de familia.
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