Las calles de los Barrios Altos siempre fueron temerosas, pero en los últimos años se multiplicó su peligrosidad probablemente por la proliferación de drogas. Robaban a las personas y niños y los pandilleros amenazaban a todo el mundo. La piscina era un antro de suciedad y perversión. No había forma de corregirlo. Los policías que eran entrenados para salvavidas y nombrad...os para el Virrey Toledo, muchas veces se hacían de la “vista gorda” al no contar con el apoyo necesario, permitiendo el consumo de drogas y licor en su interior. Habían horarios libres en donde ingresaban parejas que luego hacían el amor a vista y paciencia de todos. Nadie podía llamarles la atención porque ambos, mujer o varón se encargaban de recriminarlos. Si algún vecino se olvidaba donde se encontraba y cometía el error de ingresar inocentemente a refrescarse, era fácil presa de los amigos de lo ajeno quienes se encargaban de dejarlo sin ropa y dinero. El guardián o portero que se rentaba para estos casos, a la sazón, enormes personas de contexturas gruesas y con antecedentes policiales que deseaban tener alguna entradita, también ponían manos suaves porque además debían cuidarse ellos mismos y sus familiares si vivían cerca. Cuando existía el cambio de horario era más fácil despejar a los varones que a las mujeres. Los varones salían con gritos, amenazas o mentadas de madres.
Cuando finalizaba el horario de las damas, era un moreno apodado “Mandingo” el encargado de despejarlas. Pero, tocaba el timbre y las mujeres se resistían a salir prontamente. Entonces “Mandingo” gritaba una advertencia. “Voy a ingresar al agua y a la primera que agarre la voy a violar”. Acto seguido, se despojaba de su trusa y en cueros se lanzaba al agua ante la bulla y espanto de las mujeres (realmente la advertencia era más cruda). Es el contexto que encontré y es la historia que no conocían en las oficinas del PROMUDER de la Municipalidad de Lima Metropolitana. Para que tenga la idea de cómo debía cambiar todo, se lo comenté a Edith quien lo entendió perfectamente. Ese moreno, descendiente de la raza angola, debe estar extrañando su forma peculiar de retirar a las damas de la pileta, porque también habían algunas más osadas quienes al verlo lanzarse al agua completamente desnudo luego de la advertencia gritaban: “A mi primero, a mi primero…”. Recordar a nuestra “Gacela de Oro” me remonta al Club Alemán, allá por el 69, cuando estaba con sus dulces quince años (ella nació en 1954), entrenando en el campo de Fútbol con un entrenador muy exigente, alumna del Colegio Humboldt que aún queda a dos cuadras del Club. Recuerdo los elogios de la prensa deportiva para ella en los inicios del 70, luego del Mundial de México. La recuerdo también dando órdenes a todos los docentes que éramos muchos, con tal exactitud de problemas y de variados temas. La conocí de joven y la volví a ver luego de los 50, siempre hermosa, muy bonita. Nunca fue fotogénica. Las tomas no reflejan lo hermosa que es. Sapìosexual es la denominación que se da a una persona que es atraída por la inteligencia de otra. A Percy Rojas “El Trucha”, lamentablemente no lo traté más, pero nunca perdí la admiración que tuve por él en los campos de juego.
Queda fresca en mi memoria y retina, el dominio y driblen que hizo para arrastrarse a la defensa chilena por el sector derecho en cancha de Alianza Lima. Cerca del banderín de esquina, vuelve sobre si mismo para sacarse a otro defensor y hacer el centro con la izquierda. Juan Carlos Oblitas que “mata” el balón con el muslo de la pierna izquierda a la altura del punto de penal, hace lo mismo con el muslo derecho ante la enorme sorpresa de los seleccionados chilenos. El “Ciego” gira sobre el talón derecho y con el empeine del lado externo del pie izquierdo le pega suavemente hacia el palo derecho del arquero rival. Golazo. Lo vi en vivo y en el mismo Estadio. Año 1975 cuando Perú salió Campeón de la Copa América. Percy hizo todo el trabajo previo. Maravilloso.
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