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martes, 22 de abril de 2014

Crónica 11. EL CLUB LIMA CRICKET. Parte 2

Un buen día se acercó Mr. Gallagher insistiendo en que quería hablar conmigo. Que me cambiase y que me esperaba en el Bar, para tomar algo mientras hablábamos. Sentí mala “espina” y estuve muy preocupado todo el momento. ¿Qué hice? Me preguntaba extrañamente. Gallagher me dijo que era el nuevo Capitán de Natación (dirigente) y que quería contar conmigo p...ara la siguiente temporada. Que sea el Director General de la Academia de Natación porque la temporada anterior habían gastado mucho dinero al contratar a Johnny Bello, pensando que era él que iba a enseñar, pero que todo lo había hecho yo, que les había gustado y que deseaban desprenderse de Johnny y contratarme a mí. En otras palabras debía partirlo, tomar su lugar, “serrucharlo”. Cuando le dije que le contestaría, me retrucó que debía hacerlo inmediatamente. Los ingleses son de decisiones rápidas, no andan con rodeos. Pensé pronto y decidí: Johnny es Johnny y el que escribe era un bisoño profesor que recién se abría camino. Que él iba a comprender, como realmente sucedió pero luego de hacerme recordar el refrán que dice “Cría cuervos que te sacarán los ojos”. Y fue así, porque después me llevó para entrenar a la selección de menores de Lima en la Piscina de Campo Marte.
 
Tuve que abandonarlo porque la Federación Peruana de Natación no destinaba una partida especial para los honorarios. Entre la Natación y el Fútbol estuve quince años en el Club, convirtiéndome luego en el Jefe de Deportes del Lima Cricket and Foot Ball Club. Vi crecer a muchos niños que tenían enormes condiciones para la práctica de los deportes pero que el objetivo general no era una dedicación exclusiva. Me granjee la simpatía de los trabajadores del campo, de los mozos del comedor y hasta de los cocineros. A propósito, una tarde que me habían prometido invitarme un lonche, el jefe de cocina me pregunta si me gustaría comerme una Lasagna. No dudé, lo acepté y no me arrepentí. Hasta ahora no puedo saborear una Lasagna tan exquisita como la que me invitaron en aquel entonces. Almorzaba en el comedor de los socios y mi clásico en las entradas eran Almejas en Salsa Vinagreta como entrada y mi trago preferido el Bloody Merry (que lleva jugo de tomate, vodka y pimienta). Tuve que acostumbrarme a tomar los chilcanos de Ron blanco con Canada Dry, limón y hielo, porque los socios amigos con quienes nos quedábamos luego de las seis de la tarde acostumbraban hacerlo. En las clases de Natación, acostumbraba a llevar a mis hijos. El mayor, Carlos aprendió tan bien que muchas veces me servía de modelo para demostrar los movimientos de piernas o brazos ante los demás alumnos. Pero me costaba al final porque se prendían de los Sánguches de Hamburguesas que los presentaban con papas fritas. Riquísimos.
 
Finalizando las clases, los juveniles que no tenían con quien hacer Fulbito esperaban el momento para jugar contra los profesores. Y realmente eran unos grandes clásicos con triunfos compartidos. Se apostaba una o dos jarras de limonadas que el amigo Franco, el barman del Club, era un experto en prepararlo: Agua con hielo, jugo de limón y jarabe de goma. Así jugamos indistintamente contra el “Chino” Vásquez, Gustavo Zevallos (Posteriormente Gerente General de Alianza y también del Cristal), allí novio de Natalia Málaga, Tito Cantuarias, Percy Melzy, ya joven, Luis Manuel León, Oscar Vega (ahora exclusivo trabajador de una compañía que construye campos sintéticos) y Tony Hudwalcker quien tenía dos niños alumnos de 8 y 10 años y que ahora son comentaristas deportivos. Por el lado nuestro estábamos Alberto Loayza quien tenía gran velocidad y técnica del balón, Manuel Pomalaza, Reynaldo Palma, Roger Román, César López, Pedro Manrique y Oswaldo que pasábamos por un buen momento futbolístico. Se jugaba con un balón mundialista y el gras inglés no tenía comparación. Realmente con mis amigos y colegas no trabajábamos, nos encantaba lo que hacíamos, nos divertíamos y nos pagaban bien. Por varios años se convirtió en nuestro club de verano. Por allí recibimos el apoyo de Raúl Méndez que le daba jerarquía al grupo de docentes que lideraba.

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